Pascual Abaroa Uribarren Nabaria
KoldoPersonaje vizcaíno. Nacido en Lekeitio en 1826. Trabaja por la mejora de la villa de Lekeitio y obtiene la Gran Cruz de Beneficencia por su atención con los desvalidos. El hospital, el hospicio, las escuelas, los lavaderos, los paseos y numerosas calles de Lekeitio, son debidas a su celo. Murió en Menton (Francia), el 8-I-1890.
Reseña en la Revista Bascongada de la época
La honrada villa de Lequeitio ha perdido a uno de sus más incansables bienhechores, el Excmo. Sr. D. Pascual de Abaroa y Uribarren, que falleció en Menton (Francia) el 8 de Enero último, á los 64 años de edad.
Era el Sr. Abaroa digno descendiente del inolvidable D. José Javier de Uribarren, cuya solicitud y caritativo celo por los pobres de Lequeitio y por la mejora y adelantamiento de esta villa, jamás se borrarán de la memoria de sus habitantes. El mayor elogio que puede hacerse del Sr. Abaroa es que en todo el trascurso de su vida se mostró émulo y sucesor de su tio el Sr. Uribarren en una de las empresas en que más noble y santa es la emulacion: en la práctica de la caridad.
Favorecido por la Providencia con cuantiosos bienes de fortuna, supo con ellos atender a los desvalidos, proteger a la ancianidad y a la niñez, realzar el culto, y merecer justamente el glorioso dictado de Padre de los pobres. Pocas veces se habrá concedido con mayores méritos la Gran Cruz de Beneficencia, con que D. Pascual Abaroa estaba condecorado, Lequeitio le debe importantísimas mejoras, entre las cuales merece citarse en primer término la gran reforma realizada en la hermosa basílica con que aquella villa se honra. El hospital, el hospicio, las escuelas, los lavaderos, los paseos y hasta las calles de aquella villa ostentan muestras de la inagotable caridad y patriotismo del Sr. Abaroa.
Su muerte produjo en Lequeitio un duelo general. Lo evidenciaron las manifestaciones que se verificaron con ocasion de la llegada de sus restos mortales, y de los solemnes funerales que en la grandiosa basílica lequeitiana se celebraron por el eterno descanso del alma de aquel a quien en primer término se debe el actual floreciente estado de aquella magnífica iglesia. Entre los homenajes que, con este motivo, se tributaron a la memoria del Sr. Abaroa por la villa, por la Junta de fábrica de la basílica parroquial, por las anteiglesias anejas de Amoroto, Ispaster, Mendeja y Guizaburuaga, por la Sociedad Recreativa de Lequeitio, y por los pescadores de aquella villa, no fué la ménos expresiva ciertamente la de estos últimos, quienes no olvidan la munificencia con que en todas ocasiones les socorrió su espléndido bienhechor.
Agradecidos, a fuer de euskaldunas y de gentes de mar, hicieron por demostrar su agradecimiento cuanto en la esfera de sus limitadas facultades podian hacer: enviar una Comision que acompañara a sus restos mortales desde la próxima estacion del ferro-carril, y dedicar una corona a su dulce memoria. El pueblo unánime se asoció a estas manifestaciones de sentimiento, que dejaron en el alma de cuantos las presenciaron un recuerdo indeleble.
Los frios despojos del Sr. Abaroa llegaron a Lequeitio en la tarde del 19 de Enero, siendo conducidos en hombros por ocho robustos marineros hasta la ermita de la Magdalena, donde se cantó un solemne responso. Desde allí se condujo el féretro procesionalmente, precedido de más de 600 luces, a la casa-palacio del finado, donde quedó depositado en una capilla ardiente hasta el dia 22 en que fué trasladado al Campo-Santo, verificándose a continuacion las honras fúnebres, a las cuales asistió inmensa concurrencia, no sólo de Lequeitio y de las anteiglesias inmediatas, sino tambien de Bilbao y de las más importantes poblaciones de Bizcaya.
¡Dios haya otorgado el descanso eterno!