Aittitta Makurra
KoldoVivía hace mucho, mucho tiempo en Lekeitio un humilde pescador, pero hombre de bien y muy digno de ser apreciado por todos los que le conocían.
Cierta tarde, uno de los pescadores más famosos de Lekeitio, conocido por ser patrón de embarcación y muy diestro lanzador del arpón contra las ballenas, por algún inesperado ataque, quedo en el muelle sin conocimiento.
La gente que pasaba por allí, le llevó a un "txalupa-etxe" y llamando al medico que vino con toda urgencia, examinó al enfermo e hizo cuanto la ciencia sabia para que le volviera el conocimiento al marinero, sin conseguirlo.
Y después de varios masajes, movimientos gimnásticos, etc., volvió a su estado normal. Pero pronto nació la leyenda.
Se decía que el patrón había quedado inconsciente y que el medico no le pudo hacer volver a la normalidad.
Pasaba en aquel momento por el muelle el humilde pescador que hemos indicado. Se acerco al local donde yacía el patrón y observo lo que se estaba haciendo. Al salirdel local se encontró junto a la puerta con un hombre bien trajeado que le dijo: "A este hombre nada podrá hacer el medico, pero tu le podrás salvar si haces lo que te digo".
Le dice que se meta nuevamente en el "txalupa-etxe" y ordene a la que allí esta encargada de la cocina, ponga en una sartén aceite de oliva, un poco de miel, algo de manteca y haga derretir todo al fuego. Luego, una vez frío el contenido, tome con una cucharilla algo de aquel ungüento y lo vaya colocando en la frente del enfermo.
Así lo hizo, y lo más sorprendente fue que el patrón volvió en si. Fue felicitado por todos y salió del local ya tranquilo y contento. Pero en la calle fue nuevamente abordado por el personaje que le había indicado lo que tenía que hacer.
Comentándole a continuacón: "Has visto como ha reaccionado el patrón, y desde ahora vas a ser tu un hombre que ha de curar toda clase de enfermedades y llegaras a vivir hasta los cien años, pero al atardecer de todos los días vas a mirar al tejado de tu casa, una vez que hayas cumplido los noventa años, y cuando allí veas que ha nacido la hierba que denomináis "ormabedarra" ya te pordras preparar para morir, pues habrá llegado tu hora". Le siguió diciendo: "Yo soy la Muerte, aunque estoy completamente disfrazada, y te diré que tu recuerdo perdurara para siempre en Lekeitio, pues quedara permanente tu estampa".
Fue llamado por sabios, por hombres de negocios, por toda clase de hombres y mujeres que deseaban ser curados y a todos los pudo curar. Y hasta uno de los reyes del siglo XVI, que es la época de estos hechos, le llamo.
Los años pasaron y llego ya a cumplir los noventa años, y aun costándole mucho trabajo, se dirigía al camarote para observar si la hierba había ya salido o no.
Se le llamaba por todo el pueblo "aittitta" (abuelo), por su gran ancianidad y fortaleza al mismo tiempo.
Pero al anochecer de un día de verano, al asomarse al camarote, distinguió la famosa "orma-bedarra", y dirigiéndose a su esposa le dijo: "Ha llegado mi hora y me despido, pues pronto voy a morir", y saliendo de casa se dirigió a la playa que denominamos "Ondarzabal" (Isuntza) y con andar vacilante se iba alejando mas y mas, y al llegar hacia la mitad vio a su "amigo", pero en esta ocasión iba con su verdadero aspecto de "muerte". Le tocó en el hombro y el pobre pescador quedo convertido en piedra.
Y ahí lo tenéis, en medio de la playa indicada, y se le conoce por "Aitita-Makurra" (abuelo inclinado), y lo que le prometio el que le indico como curar al patrón, es decir, que su recuerdo seria imperecedero en la villa, fue verdad.